Juan, el Apokaleta


Juan Pablo Franco González


Tendrá un par de meses que salgo de mi oficina y paso a la panadería de la esquina, sin que me importe mucho el vaivén de la insulina en mi cuerpo. La historia se repite de lunes a viernes a las dieciocho horas: apagar mi máquina, charla trivial en elevador, croissants, encender el auto, tráfico en López Mateos, tráfico en Lázaro Cárdenas, parón en periférico que aprovecho para leer el periódico; “a 16 meses para el Armagedón, el presidente de México, Marcelo Kuri, asegura que tanto en infraestructura como en organización, nuestro país está más que preparado”.

Mi nombre es Juan Ignacio Robles y me dedico a la contabilidad en una empresa de autopartes. Si pudiera interactuar con alguien del pasado, le diría que todo sigue igual, las mismas luchas, ricos contra pobres, nativos contra migrantes. Todo idéntico, excepto por un pequeño detalle, nuestra sociedad hace tiempo que descubrió la fecha más cercana al fin del mundo, gracias a los avances tecnológicos, y a la gente que previamente lo anticipó.

Quizá debido a la sugestión que nos transmiten los medios de comunicación respecto al próximo fin del mundo, he soñado por varias noches seguidas con un tipo que medita por la madrugada en condición de desterrado, vive en una isla en mitad de la nada.

Doy testimonio de la palabra de Dios y de todas las cosas que he visto. Bienaventurado el que oye las palabras de este orador porque el tiempo está cerca.

Yo, Juan, vuestro hermano, y copartícipe vuestro en la tribulación, en el reino y la paciencia de Cristo, estaba en la isla de Patmos, y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta: yo soy el alfa y el omega.

A veces me pregunto si es necesario acudir a un psicólogo, luego pienso en lo cerca que está el final y me convenzo de que ya ni siquiera vale la pena.

La venta de repelentes se ha disparado, en redes sociales, las apuestas por ver cuál es la familia que soportará los embates de las plagas, se han convertido en tema de varias escuelas donde nos tratan de advertir a los padres, que el juicio final no es una broma, de cierto modo resulta entretenido, seis plagas, seis familias, un solo ganador.

A las 19:30, desde la Minerva hasta las plazas outlet escucho a nuestro experto de cabecera de la ciudad. Los miércoles se discute sobre el día final, varios nos hemos ya convencido de que llamarle “día final” a algo que no durará tal, es bastante bobo. Gracias al astrónomo estadounidense David C. Clarke, sabemos que el gran acontecimiento tendrá una duración de aproximadamente dos semanas, como mínimo. “El proceso de destrucción de un planeta lleva de dos semanas a seis meses dependiendo del tamaño y la masa del planeta en cuestión”, dijo un día para la BBC de Londres. Yo, por mi parte, creo que el proceso de tribulación debe proceder a paso lento, matando y juzgando como infieles a quienes no pertenezcan a las doce tribus elegidas. Además, la tierra y el universo fueron creados en una semana divina, que en el tiempo de los hombres son trece mil setecientos millones de años.

Al llegar a casa, mi mujer me espera para cenar. A ella le da mucha curiosidad un artículo que leyó sabrá dios en donde, en el cual hablaban de la música que la humanidad escuchará en el día del juicio. Todo esto a causa de que, se sabe, sonarán varias trompetas como símbolo de los cataclismos venideros.

—¿Serán sonidos melodiosos o simplemente ruidos sin orden? ¿conoceremos al arcángel San Miguel?

Y vi los siete ángeles que estaban delante de Dios; y les fueron dadas siete trompetas. Uno de los ángeles se paró frente al altar de Dios, tomó el incensario y lo arrojó a la tierra y fueron hechos truenos y voces y relámpagos y terremotos.

—¿Juan? ¿me escuchas?

—Perdóname, Paty, es que me quedé pensando en lo que me decías.

Últimamente se han estado compartiendo noticias acerca de ciertos estafadores que venden palcos inexistentes o que apenas serán construidos, situados en lugares estratégicos para ver las esferas en llamas que caerán de los confines del universo. El secretario de la procuraduría del consumidor, Juan Carlos Ávila, advirtió que “muchos ciudadanos se han aprovechado de la espléndida noticia que nos sorprendió a todos los mexicanos y las mexicanas: la gran estrella envuelta en llamas estará impactándose en las costas de Quintana Roo, aproximadamente a partir del segundo día de tribulación, lo cual nos llena de orgullo y emoción, por eso, le pedimos a la ciudadanía tenga mucho cuidado con ciertos embaucadores que sólo buscan beneficiarse de las ilusiones de los ciudadanos”, en el marco del segundo Encuentro Nacional de Asuntos Protocolarios en torno al Armagedón, el ENAPA.

De nuevo ese sueño. Bajo por un vaso de leche tibia a la cocina. Antes de volver a la cama, doy una ojeada a la cochera y veo una gran tormenta eléctrica.

Y el primer ángel tocó la trompeta, y fue hecho granizo y fuego mezclado con sangre, y fueron arrojados a la tierra; y la tercera parte de los árboles fue quemada y quemose toda la hierba verde.

Una gran angustia me invade, hay algo aterrador en ese fenómeno tan habitual como la lluvia. De pronto, siento la imperiosa necesidad de levantarme, consciente de que sigo dormido.

Por fin, este terrible sueño ha terminado y he aquí, vengo presto. Bienaventurado el que guarda las palabras de la profecía de este libro.


Ilustración: Heriberto González (Coctecón)